miércoles, 22 de agosto de 2007

El mendigo y la verdad

18/04/91
El mendigo y la verdad
mensaje nº 2560: recibido telepáticamente en forma de cuento.


Hoy desnudé la verdad.
Ella me miró con ojos asombrados y dijo:
- ¿En que bolsillo escondiste el miedo?.
Sin decirle nada miré un mendigo haraposo que pasaba por ahí y me sonrió.

Entonces me miré en un estanque, el mendigo también se miró. Pero él se lavó la cara. Sonreía. La verdad, me siguió de atrás. Alcé la mirada al cielo y lloré. O quizás fue el cielo que lloró porque dije: "No"...
La verdad me dijo:

-mira bien...en lo profundo ¿qué ves?
Vi los ojos más tristes que jamás haya visto.
La verdad siguió insistiendo "mira bien, aún no has visto".
Miré adentro de los ojos y entré en un espacio, donde la verdad "VIVE". Vi unas alas y sentí la libertad única y verdadera, el no tener límites, ni barrotes, ni miedo. Comprendí entonces las cadenas que nos ligan, las sogas que nos atan en un mundo sin amor.

La verdad volvió a decir "mira más profundo". Miré entonces donde la vista queda ciega, allí sentí unos brazos que me volvieron a la infancia de todos los tiempos. Sentí el ORIGEN, el principio, el fin, la eternidad...

Mi pequenez era lo mejor que me podía pasar, porque tenía una mano divina hendida hacia mí. La verdad dijo:
-¡Atrévete!, si vences con coraje tus deseos de limitarte, lo harás. Mira más aún.

Entonces vi unos ojos, maravillosos, los mas dulces, los más tiernos, los más pacíficos. Allí me entregué a un éxtasis infinito y los ojos me dijeron: "ya no necesitas la verdad. La llevas en ti misma. Te doy mis ojos, mira a través de ellos..."
En ese instante me encontré mirando de nuevo aquel estanque. Me sorprendió no ver más que una figura: el mendigo, que reflejaba en el agua mi propia mirada. Entonces dije:
- ¡que importan mis ropas!, si mis ojos brillan y puedo sonreír atravesando los tiempos del infinito...
Apareció la verdad y dijo:

-cierra los ojos y mira nuevamente.
Dije:
- Sí.

Esta vez el cielo asintió. Cuando los volví a abrir el mendigo me estaba mirando con la mano tendida, suplicante... Recordé el ORIGEN, el principio... La verdad dijo esta vez:
-no intentes olvidarlo, "Él eres tú misma",
-¿quién?, pregunté, ¿el mendigo o la eternidad viviente que suelen llamar Dios?
-¿Y? ¿cuál es la diferencia?, preguntó la verdad, y empezó a brillar tan fuerte que me enceguecía.
Le dije:
.-Basta!, ¡me dejaras ciega!
-¿es que no lo estás?, me dijo.
-¿Por que me lo preguntas?, dije, bastante molesta con ella.
Ella me respondió:
-¿qué ves ahora?
-Nada, le conteste, ni siquiera a Ti.
-Es que no me deseas, dijo. Debes anhelarme con todo tu corazón con toda tu mente, debes desear ser libre. Debes quemarte para poder brillar. Debes perder los pies con los que te arrastras por el mundo, para poder volar. Debes reconocer y reconocerme en ti misma y saber con certeza que estoy en ti, porque tú eres yo y yo soy Él y El y tú no existen...
-Suena un poco extraño, le dije.


El mendigo puso cara de tristeza y me dijo:
-Estas ropas son tuyas, ¿no te has dado cuenta?.
Pensé:" ¿eso mío?...".
"Y ¿por qué no?", dijo con la mirada.

-Aún no lo ves, me dijo la verdad.
-¿Ver que?, pregunté. ¿Quien es él?
-¿quién? ¿El mendigo?....¿Por qué escapas? Tarde o temprano me encontrarás, concluyó la verdad. Sabes que estoy en él.
-¿en quien?, ¿en el mendigo?.

Volví a mirarlo. Me dejó como hechizada, pero por alguna razón el miedo se me había escapado del bolsillo. La verdad señalándolo dijo:
-Tú debes guardarlo, si quieres ver, pero no lo hagas a medias. No te engañes más.

Sentí tristeza, sin saber por qué. Me invadió la nostalgia: la mano tendida... aquella sensación de haber encontrado lo único que "ES" y haber tirado todo lo demás como en un naufragio. Sólo la "VIDA", pensé...
- Eso hay que ganarlo, me dijo la verdad. No escapes, mira sus ojos.

Yo sabía que si lo hacía todo sería diferente. La verdad me dijo:
-para nacer hay que morir. Tú debes elegir.

Mis manos transpiraban. Sentí tremenda sed, como que me iba quemando por dentro en un fuego inexplicable. Entonces levanté la vista. El mendigo no estaba. La verdad me dijo:
-¿lo comprendes?: Eras tú misma.
Entré como en un sueño del cual no hubiese querido despertar. Sentí una sensación de perderlo todo, no sé... ser el mendigo...

La verdad exclamó:
-¡despierta!, no hay tiempo para eso. Debes caminar. Tu verdadera naturaleza es volar...
"¿y por qué debo caminar?", pensé.
La verdad volvió a adivinarme aquel pensamiento y respondió diciendo:
-Debes caminar para comprender. Debes caminar para ser capaz de ver en cada mendigo, en cada miseria humana, en lo más profundo, lo infinito, lo eterno, a ti misma y a mí y que nada está separado y que nada está lejos o cerca, primero o después. Debes caminar para no juzgar con esos ojos que no ven. Debes caminar para dominar el miedo a mirarte en ése, tu propio estanque y descubrir que no eres nada y que tus ojos brillan porque lo eres todo, sin necesidad de negar esa, tu condición, sin negarte.
-¿Y para qué? ¿por qué volar?.

La verdad me dijo:
-vuelas en el aire, caminas en la tierra. ¿Crees que lo primero es superior a lo segundo? Pues no lo es. Eso deberás comprender, entonces no necesitarás vestir harapos.
Dije:

-verdad, te amo.
-¿Me amas?, me respondió. Si me amas, ya no camines, arrástrate.

-¿cómo....?, pregunté.
- Quizás algún habitante del suelo te quiera hablar.

Miré entonces la tierra y un cúmulo de insectos me dijo:
-soy anterior a ti, pero no te juzgues superior, tus días como los míos están contados, cumple con tu parte y déjanos con la nuestra.
La verdad añadió:

- Tu naturaleza inferior no te pertenece. El Creador es la única fuente de vida, de orden, de paz. ¿Eres capaz de crear una hormiga?
-no, respondí.
-Entonces respétala, pues es parte de la armonía del Universo y alguna vez surgió de su Mente, su Creación...

Empecé a sentir mi pequenez, pero por alguna razón desconocida algo me dolía.
La verdad agregó:
- no tengo piedad, tú me llamaste, tú me elegiste, tú me amaste...
-Pero algo me duele, protesté.

La verdad dijo:
-el dolor es parte de la existencia, debe herirse la tierra para plantar la semilla. Tú eres tierra, yo soy la semilla y ya estoy en ti. No te extrañe pues que al germinar sientas dolor y al crecer en ti y hacerme fuerte sangres. El árbol de la vida debe alimentarse y los frutos serán eternos. No lo olvides.
Sentí que era maravilloso, pero... La verdad asintió:

-Sé valiente, en eso no tienes alternativa, te encontrarás sola, en medio del desierto y allí deberás luchar contigo misma. Nadie podrá ayudarte. Sino tú.
-Me parece desigual esta lucha, dije.
La verdad me respondió:

-jamás lo es, ¿crees que Dios se condena a sí mismo?. Si te quieres condenar será porque tú elegiste no luchar. Tú elegiste lo más fácil, en apariencia.

Claro, pensé, ¡qué destino!, quedarme en un desierto desolado, sin agua y sin que nadie pueda nunca rescatarme. "¡No hay alternativas!", me dije.

-Una vez que me has escuchado, no. Pero recuerda que el desierto lo haces tú misma a cada instante, cuando dejas de ver el amor y no dejas que el amor viva en ti.
-Me has dicho mucho, le dije a la verdad.

-Te lo dijiste tú, me contestó, pero no creas que sabes algo. Te diré: el mendigo es Dios y no te diste cuenta.
-"¿Dios?", pensé, y ¿por qué mientras me decías todo esto veía que el mendigo me extendía su mano suplicante?.
La verdad respondió:
- será porque no se la has dado.
Claro, pensé, es mi orgullo...
La verdad me dijo:
-debo irme, tendrás que buscarme, pero antes te diré: El mendigo es tu hermano, aquel que nunca miras, el que desprecias, el que no te gusta, el que te daña, el indiferente, el que no piensa como tú quieres, el que te critica...
-Pero me miraba dulcemente, le dije.

La verdad expresó:
-Si me amas sinceramente, así deberá ser tu mirada, hasta que el fuego que sentías en tu interior haya terminado con lo último.
-¿Lo último? ¿De que?, pensé.
-Lo sabes, lo sabes aunque quisieras ignorarlo.
-Sí, pensé, igual que la semilla...
-Y más aún, como el sol, ¿sabes que las alas se queman al llegar al sol?. Es una dimensión más del amor. Sólo con amor comprenderás que la vida y la muerte, tú y el mendigo, Dios y la Verdad no existen sino sólo en una unidad perfecta y eso tiene un nombre:



'"'"AMOR"""

-Sí, dije.

Me di vuelta y caminé.

¿Caminé? La verdad, no lo sé, pero ya no me preocupa si mis alas crecen.
Prefiero tener manos, no vaya a ser que me olvide que el Dios que en sus brazos me acarició:


"HOY... ES UN MENDIGO"

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